Triunvirato El Brujo, Yogananda y Málaga
“Los rasgos característicos de la cultura india han sido por largo tiempo la búsqueda de las verdades últimas y la relación concomitante entre discípulo y gurú. Mi propio sendero me condujo a un sabio, parecido a Cristo, cuya hermosa vida fue cincelada para todos los tiempos. Era uno de los grandes maestros que representan en la época actual la única riqueza que queda en la India; alzándose en cada generación, ellos son los que han defendido su tierra contra el hado que extinguiera a Babilonia y Egipto”. Autobiografía de un Yogui, de Paramahansa Yogananda, comienza así. Se trata de una de las figuras más influyentes en el mundo del Yoga y que consiguió a través de su determinación y fe traer a Occidente esta práctica no sólo en la vertiente física. Introdujo el kriya yoga, la meditación y realización del ser. El relato que de su propia vida realiza ha conmovido el corazón y la mente de millones de personas en todo el mundo. Traducido a más de 40 idiomas, es considerado como una obra cumbre desde que se publicara por primera vez, hace más de 70 años. Y hace algo más de 30, llegaba a las manos de un hombre que había iniciado la búsqueda de su propio sendero, de su propia verdad y esencia. Era la primera toma de contacto de un joven Rafael Álvarez, que sentía la necesidad de encontrar respuestas a muchas incógnitas de su vida y que sin darse casi cuenta, había iniciado un proceso para encontrar a su propio gurú o maestro. Así nos lo explicaba a los medios en la rueda de prensa ofrecida por el estreno en el Teatro Alameda de Málaga de esta importante obra para él, Autobiografía de Yogui con la que homenajea a Yogananda y nos presenta un gran maestro, su maestro. Podría haber hecho esta entrada justo para el inicio de la representación, pero es que no le hace falta. Ya tenía el aforo completado. Es el Brujo, no necesita promoción. Él, con el paso de los años y a base de esfuerzo y voluntad se ha convertido en un gran maestro con infinidad de discípulos que le siguen allá por dónde va. Así que he preferido reposarlo, ver la obra y hablaros desde la quietud y el corazón de Love Málaga. Aquí os muestro, la entrevista con Rafael Álvarez, El Brujo, especial para el blog. Un encuentro lleno de momentos muy especiales, casualidades, conexiones o sincronicidades, según lo mires.
Love Málaga: Rafael, nos encontramos en el AC Hotel Málaga Palacio. 8 de marzo. Justamente, ayer se cumplían 65 años del fallecimiento de Yogananda. Es curioso. ¿Fruto de la casualidad?
El Brujo: “Ayer era, sí. Yo traté de buscar una fecha, cercana para el estreno si no caía el 7 de marzo en viernes”.
LM: No era por tanto una coincidencia…
EB: No. Quería que cogiera esta fecha tan señalada, lo más cercano al mahasamadhi, el día de la muerte física de Yogananda, el 7 de marzo.
LM: Yogananda, estuvo gran parte de su vida buscando su maestro, su gurú. Rafael, ¿usted también ha realizado esa búsqueda? ¿Ha encontrado su propio maestro?
EB: “Sí. Ha habido una búsqueda constante de un camino, de una luz, de algo que fuera definitivo, de algo que tú dijeras lo encontré. Esa convicción interior que se traduce en un sentimiento de paz. De decir… (suspira) ceso la búsqueda, porque esto es, encontré mi camino. Además ese encuentro viene marcado por una sensación de protección y de confianza. Es como, cuando alguien te lleva a un lugar seguro, a su casa, reposas y descansas”.
LM: Esa serenidad que todos buscamos ¿no?
EB: “Sí y te sientes ya cuidado, amado, vigilado. Ya a partir de ahí, no hay problemas. Sólo seguir, seguir y seguir”.
LM: Confiando y dejando que fluya…
EB: “Exacto, fluir con la vida.”
LM: Y ¿cómo se consigue? Usted lo ha conseguido. Es un ejemplo. Y para muchos es ese maestro o gurú de la palabra y de la comunicación.
EB: “Pues, eso no solo se consigue con tu esfuerzo y voluntad lograrlo. Es un poco como un milagro que ocurre en tu vida. Sin duda, hay una acción. Si no lo buscas, es improbable que ocurra. Pero se da la circunstancia, que incluso en gente que no estaba buscando, lo ha encontrado. Y gente, que buscaba no lo ha hallado. Y eso sí que es muy grande. Ha habido gente que de repente encontró la luz sin buscarla. Quizás la buscaron mucho antes, quién sabe en otras vidas, por decirlo así. Gente incluso ajena a la espiritualidad, descreídos y que en un determinado momento les ocurrió algo en su vida y tuvieron una experiencia que les cambió radicalmente”.
LM: Rafael, ¿usted es un buscador o la vida le ha sorprendido?
EB: “Sí, he buscado siempre. He tenido problemas en mi vida e intentas encontrar soluciones. Y es que hay dos tipos de buscadores, según Yogananda: el buscador, movido por el amor y el buscador movido por los problemas. Cuando tienes problemas buscas soluciones. Por ejemplo, personas que tienen problemas de salud y no creen en los curanderos. Los desahucia el médico y van a ellos. O a dónde sea, a la Virgen de Lourdes… dónde sea para encontrar solución. Pues con la ansiedad espiritual pasa igual, hay gente que por necesidad busca. Yo he sido un buscador por necesidad, de sufrimiento, por problemas, por desasosiego… he buscado por esos motivos. Pero cuando he llegado a Yogananda, estoy descubriendo el camino de buscar por el amor. Es lo que él me está enseñando”.
LM: Ha mencionado los milagros, capítulos importantes en la obra de Autobiografía de un Yogui y de los que usted ha hablado. Recuerdo la conferencia en Comillas sobre “La interpretación de la Lengua”. En la que aseveraba “los milagros ocurren cuando se agotan todas las posibilidades humanas”. Es ahí cuando ocurren esos saltos cósmicos, podríamos decir.
EB: “Sí. Eso lo decía a propósito de un episodio sobre el espectáculo que hice sobre el Evangelio de San Juan. El episodio del Evangelio de Juan de las bodas de Caná, la conversión del agua en vino. En el que Jesús dice a los criados en la boda “llenad las vasijas de agua hasta el borde. Más aún. Hasta el borde”. Entonces el comentarista del evangelio, que era un teólogo francés decía que Jesús quería explicar con esto que para que ocurra el milagro, hace falta que el hombre llegue al final, hasta el límite de sus posibilidades, de sus esfuerzos. Solamente entonces es cuando la divinidad responde. Tú tienes que hacer también tu trabajo. Pero una vez que ya has hecho todo lo posible, no puedes hacer la labor de Dios. Él tiene también que dar ese paso. Y ahí nadie sabe, cuando llega y si llegará. Es algo que nos desborda”.
LM: Yogananda habla que la vida en sí es como una película cósmica de Dios y que estamos interpretando papeles en el juego divino. ¿Lo siente usted también? ¿Le gusta su papel encarnado en esta vida? En alguna ocasión, ha dicho que siente que fue indio.
EB: “Yo diría que es una película cómica y trágica la que vivimos. Yogananda habla de la dualidad. Cuando fui a la India, tuve un impacto muy fuerte, una conexión muy poderosa con todo aquel mundo y su atmósfera y pensé que pude serlo. Yo estoy muy a gusto con el papel que me ha tocado vivir, muy contento”.
LM: Rafael, y ¿cómo se consigue estar a gusto y desarrollar ese magnetismo con la palabra que hace que el público se identifique con lo que dice, sorprenda y cree esa intimidad con quienes están escuchándole?
EB: “Yo creo que son los años. Tengo muchos años de tablas y además he tratado de convertir el Teatro en un instrumento para mi desarrollo, para comunicar ideas importantes de valores. Pienso que el verdadero arte es el arte que busca la satisfacción estética del alma. El alimento del alma a través de la belleza. Que es una cuestión mística. Sea la música, la danza… hablo de la dimensión mística del arte que yo la he visto a veces en el flamenco. Ese sentimiento profundo del flamenco, los quejíos, las letras, la trascendencia… todo está ahí. Entonces quise que mi dedicación al Teatro estuviera conectada con esa grandeza. Y dé servicio a ese ideal”.
LM: Me gustaría hablar en este momento, de dos puntos de inflexión en su vida: El contacto con Dario Fo y el monasterio de Silos.
EB: “Dario Fo es un camino porque es el camino del trabajador, del actor en solitario con una técnica de narración completamente enraizada en unas tradiciones y unas formas que venían ya experimentándose por los cómicos desde siglos. Dario Fo es un compendio de sabiduría que no viene en ningún libro, ni te enseñan en una escuela de arte dramático, que es la juglaría. Entonces, yo le vi, vi esa forma de teatro y dije, lo mío va por aquí. Yo puedo hacerlo. Mira, dicen que Antonio Gades el bailaor iba a ser boxeador cuando era joven. En aquellos años estaba en Madrid, no tenía dinero, eran años difíciles, buscándose la vida. Iba a entrenar a Amor de Dios donde arriba ensayaban danza española y abajo estaba el gimnasio para boxeadores. Pues, él iba a entrenar allí y un día se quedó mirando a los bailaores y dijo precisamente esto, “lo puedo hacer”. Si puedo hacer el juego de piernas del boxeo, esto también. Y a mí, me pasó igual con Dario Fo. Yo le vi y pensé esto lo puedo hacer. No sé en cuánto tiempo. Pero si me pongo un día yo llegaré a hacer esto tarde o temprano. Y así fue.
Y Silos, la primera vez que iba tuvimos un accidente de automóvil y fue muy potente. Y en otro momento de mi vida, me refugié allí; ya conocí al Abad y me hicieron interpretar allí en las noches de verano, bajo la luna y las estrellas; en el claustro, haciendo teatro para los monjes. Es muy especial pasar una semana allí”.
LM: ¿Cuál es la verdadera búsqueda de la aventura vital de Rafael Álvarez?
EB: “Es la búsqueda del equilibrio y la serenidad, de la felicidad interior y de superación de los estados de dolor y desarmonía. O al menos, encontrar una actitud que nos haga menos sufrir a nivel psíquico y espiritual. Y si puedo, transmitirla con mi teatro”.
LM: Difícil en un mundo materialista que se rige por los impulsos, por lo físico, por el ego…
EB: “Claro, esas tendencias están ahí y yo he dado muchas vueltas en la vida y he pasado por muchas cosas. Algunos amigos se han quedado por el camino. Yo siempre he tenido cierto sentido de protección. Probaba, experimentaba, frenaba y seguía con mi camino. Difícil pero se puede hacer”.
Un camino, el de Rafael Álvarez, el de la creación. Sin artificios donde se crea ese espacio mágico con una honda dimensión filosófica a través del humor. De autenticidad. Y eso es lo que nos traslada también en su última obra Autobiografía de un Yogui estrenada en el Teatro Alameda de Málaga como gesto de gratitud. Porque Rafael Álvarez, es un hombre de palabra, no sólo de la que se declama en el escenario, sino de aquellas que una vez pronunciadas sin firma de contrato alguno, llevan un poso de compromiso y lealtad. Y “si te comprometes con el gurú, el gurú se compromete contigo”.
Un placer sumergirse en el delicado juego de luces que nos propone el equipo de Rafael Álvarez; elevarnos a través de la vibración del sitar de un inseparable Javier Alejano y el aroma del incienso, combinado con esa íntima escenografía y las proyecciones. Todo ello más la magnánima interpretación de El Brujo nos traslada a la LUZ que refleja en su obra Paramahansa Yogananda.
Si no habéis disfrutado de la obra en Málaga, tenéis que pasaros por la web www.elbrujo.es y escoger fecha porque “cuando el discípulo está preparado, el maestro aparece”. Gracias por escoger a Málaga y ofrecer su tiempo a la familia de Love Málaga, Rafael. Un momento para guardar en mi mochila llamada Vida.
Love Málaga
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