25 años sin Lola Flores. Ella era una fuerza magnética. Ella era mágica. Era naturaleza y esencia. No llegué a verla en persona y eso que cuando era una niña mis padres me llevaban a sus conciertos: su género coplero y flamenco. Yo era más de la música anglosajona de los 90 por influencia de mis hermanos. Pero el poder que estos artistas desprendían sobre los escenarios, a mí me fascinaba. Nací en los 80, así que era la época dorada de las grandes leyendas como Lola Flores.
No me preguntéis por qué, pero siempre me sentí atraída por el arte de Lola. Yo quería tener esa mirada, esa decisión, esa entrega. Por aquel entonces yo sabía que conectaba conmigo, porque yo tenía esencia de artista. Algo que me negué muchos años a mí misma.
Y algo, que no hizo ella. Lola Flores encontró su don temprano y comprendió que entregarlo emocionada a la vida, era el único camino para vivir con los 5 sentidos. O los 6, porque la Faraona tenía, algo más: una psicología especial. Conectada a su esencia pura, te hipnotizaba con la miraba; te enganchaba con cada movimiento de su cuerpo.
Ella dejaba escapar por su piel su arte. Sin convencionalismos. Con libertad. Una libertad para la que la sociedad no estaba preparada aún viniendo de una mujer.
Y es que tenía ganas de escribir un post sobre ella, sobre Lola Flores, ya que quiero hablar a partir de ahora de personas que me inspiran y que gracias a su trabajo, nos facilitaron el camino a muchas mujeres que llegamos luego. Ella fue una adelantada a su tiempo. Arriesgaba con escotes, mini faldas, y transparencias porque sentía que como ella podía hacer lo que quisiera sin permiso de nadie. Ahora es fácil hacerlo, pero en su época era un mito. Y por eso, Lola Flores es leyenda. Porque la artista y la persona eran naturalidad pura. No le daba miedo hablar de nada.
Las entrevistas de Lola Flores dejaban siempre grandes titulares. Fue pionera hasta en el rap. Explicaba con seguridad que ella era quien sustentaba a la familia económicamente. Era vitalidad y generosidad. Y eso hace que brilles. Tanto que a veces deslumbras y no te comprenden.
Yo la admiro. Por su franqueza para lo bueno y para lo malo.Por eso, quería realizar una sesión especial. Intenté colaborar con fotógrafos pero no pudo ser. Así que me he lanzado yo sola. Como haría ella. He sido mi propia fotógrafa, maquilladora y peluquera y me he lanzado. Así con lo que soy y lo que tengo.
Aprendiendo algo más de ella. Para la sesión, escogí estos pendientes maravillosos de “flores” como homenaje. Son de la firma Prenda de Mavi Artillo, una mujer también creativa y artista que dirige desde Málaga La Temporal un espacio pop-up de encuentro para creadores y expositores que espero ver pronto en activo, si nos deja la pandemia.
Porque rodearnos de personas que trabajan desde el corazón como Lola Flores o Mavi Artillo es de lo más enriquecedor que podemos hacer en la vida.
Seguimos soñando, sumando, conectando con nuestra esencia. Esa, que prende esa mecha del “brillo de los ojos que no se puede operar”. Grande, Lola. Eterna, Lola. Lola Flores.
Carmen Moreno.
Love Málaga.